6. PEQUEÑAS HISTORIAS ZEN



Uri Shulevitz, el gran ilustrador polaco-americano, autor de un precioso libro titulado “Una mañana de lunes”, dijo en una conferencia que normalmente lo más importante de un texto es lo que no está: el vacío que el texto entrega para que sea completado por el lector. Uri lo ejemplificó bellamente: "Hacemos una taza de arcilla, pero ¿qué hace a la taza útil? Lo que la hace útil es el vacío que contiene la taza".

Tres pequeñas historias Zen ofrece tres grandes tazas vacías para llenarlas con las propias vivencias. Zen, como lo recuerda su autor Jon J Muth, significa meditación. Las historias que ofrece en este volumen están escritas e ilustradas en un tono sereno que invita a detenerse en los dibujos y en los textos con tranquilidad, a la espera de que –para usar una imagen Zen- el agua se aquiete y podamos ver el fondo del estanque.



Las tres historias resultarán muy reconocibles para los niños, sobre todo la segunda y la tercera. En la segunda un caballo se escapa de una granja: ¿es mala suerte? “Depende”, dice el granjero. Y el intrincado devenir de los hechos se encarga de darle la razón pues transforma lo malo en bueno, cuando el caballo perdido vuelve con dos yeguas salvajes. ¿Es buena suerte eso? Depende, dice de nuevo el personaje. Y los hechos tornan malo lo bueno y viceversa. ¿Qué es, entonces, la suerte? ¿Exista tal cosa? La taza está puesta en la mesa, esperando las reflexiones de una lectura en familia.

Lo mismo ocurre con la tercera historia. Un monje budista y su discípulo están de viaje y se encuentran con una señora que tiene problemas para cruzar un río. El monje, sin dudarlo, la ayuda a cruzar, cargándola sobre sus hombros. Una vez que llega al otro lado, la mujer se marcha sin darle las gracias. El monje y su discípulo siguen su camino. El discípulo no deja de reflexionar sobre lo injusto de la situación y le da vuelta al tema durante varios kilómetros hasta que se anima a planteárselo a su maestro. Y éste le responde: “dejé a la mujer hace horas, ¿por qué tú sigues cargando con ella?”.

Tantas veces un enojo tonto se prolonga demasiado e impide disfrutar lo bueno que trae la siguiente hora... En esos momentos, que sufrimos adultos y niños, viene bien recordar la pregunta zen de esta historia: ¿por qué sigues cargando con eso?

En sus lado más práctico, que no es el único por cierto, estas historias permiten dale otra mirada a la vida cotidiana de todos y aprovechar lo que está pasando ahora.

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